Un latino inmigrante ocultando su depresión emocional, sufriendo con ella y no buscando ayuda es algo de lo más común. Y es que nadie lo quiere admitir. Hoy me atrevo y lo admito: a mí me pasó.
Les comparto mi historia esperando que muchas de las personas que se sientan identificadas tomen de aquí ideas positivas sobre lo que deben hacer para salir adelante o si son sobrevivientes, nos comuniquen sus consejos de éxito.
El inicio
Como notarán, hace varias semanas no actualizaba Vivo en Canadá de la manera tan regular como lo venía haciendo este último año.
La realidad es que a veces las cosas de la vida llegan en ciertos momentos y uno debe decidir qué hacer cuando estos eventos se presentan: es la decisión sobre qué se debe priorizar.
Y en parte por eso dejé un poco de lado el escribir. Invité a mi madre a pasar todo el verano conmigo aquí en Canadá, pues hace un buen tiempo no nos veíamos. Fueron unos momentos grandiosos, llenos de inmensas alegrías para ambos.
En ese tiempo aproveché, y con algunas ideas que ella me dio, produje nuevo contenido que estoy muy contento de haber hecho, y mucho más de saber que se los podré compartir en las próximas semanas.
Pero voy a ser aún más sincero: la razón más importante por la cual no escribí aquí en el blog de una manera tan seguida fue una, y se llama depresión.
Sí, luego de la visita de mi madre caí en una etapa de reflexión, de poner en perspectiva todo lo que he hecho en mi vida durante estos últimos seis años.
Luego de las largas horas de diálogo con mi madre, vi aspectos y actitudes de mi vida que casi nunca había tocado, y comencé a ver cuántas (malas, o no tan malas, o buenas) decisiones había tomado para llegar al punto en donde estoy.
Entonces ahí es cuando con la nueva soledad, luego de la partida de mi madre, vienen los largos momentos de reflexión, de pensar en todas las cosas que dejé de hacer y que, por pensar y hacer otras cosas, entonces no hice.
Comencé a echarme la culpa de los momentos perdidos de la vida, de las amistades que dejé de profundizar, las malas decisiones financieras, de las oportunidades de negocios que dejé perder, de las deudas en las que me metí, de la soledad casi completa en la que vivo desde hace algún tiempo…
Es duro cuando ves que a pesar de haber luchado tanto, y aunque hayas tenido de alguna forma éxito profesional, en los temas emocionales y económicos no te va bien.
Ahí comienza la “pensadera” y la depresión, y entran entonces la falta de motivación para hacer las cosas, la mala calidad del sueño, etc.
La caída en espiral
Esta caída en espiral comenzó a provocarme ideas negativas como dejar de ver lo bueno de la vida y no sacarle gusto a nada, así como cosas tan tontas como comenzar a detestar a los humoristas por lo exagerados que se ven. Yo vivía amargado. Ahora lo leo y me río… pero en esos días no.
Y resulta que ese tipo de cosas es lo que pasa en esas circunstancias.
Según los estudiosos del tema de la depresión, y también lo hablo por vivencia propia en algunos de estos puntos, al deprimirnos comenzamos a:
- tener muchos pensamientos negativos,
- perder la falta de interés o de gusto por las cosas,
- comer mucho (o a dejar de comer),
- tener insomnio (o a dormir en exceso para escapar de los problemas)
- ser más lentos o más rápidos de lo normal,
- vivir cansados o con falta de energía,
- pensar que no valemos la pena o a culparnos en exceso por cualquier cosa por insignificante que sea,
- no poder concentrarnos con facilidad,
- perder la esperanza en la gente, en uno mismo, o incluso en los principios en los que cree,
- tener pensamientos, planes o intentos recurrentes para suicidarnos.
Gracias a Dios no soy de los que piensan en ese último punto como salida, pero mucha gente sí lo hace y por eso es importante saber qué camino tomar para no caer.
En mi caso, con la depresión me comencé a alejar de mis amigos y mi familia, de las chicas que son mis intereses amorosos, e incluso dejé de hacer de las cosas que me hacían sentir pleno, como (por ejemplo) escribir, componer música, comer sano y hacer ejercicio.
Por esos días mi vida se resumía en trabajar y luego regresar a la casa para comer como un cerdo mientras me apoltronaba por horas en el sillón de la sala a ver series de Netflix o a hurgar Facebook en mi celular, aunque no me gustaran ninguna de las dos cosas.
Ni siquiera tenía paciencia para “perder tiempo” viendo una película de dos horas… pero sí perdía 3 viendo los episodios de la serie que detestaba. Auto-tortura, ¿eh?
A veces uno se encierra (física y mentalmente) tanto, que en sus adentros puede llegar a creerse infinidad de ideas o el típico “yo me las sé todas”, pero resulta que cuando uno sale de su encierro, se da cuenta que el mundo nunca se detiene, aunque uno sí lo haya hecho.
Con una depresión de estas y con la falta de sueño que ella conlleva, el mundo se convierte en un infierno y ahí uno siente como si tuviera una nube gris encima.
Yo, por experiencia propia puedo decir que en esa época casi todo lo informático que tocaba se me dañaba. Era hasta raro, era como si yo cargara “malas energías”.
Y esas “malas energías” a veces las siente la otra gente que comparte con uno. Y eso hace que uno se quiera alejar (como por la vergüenza de transmitirles malas cosas), afectando con ello aún más nuestras relaciones personales pues nos vamos auto-apartando, quedando solos…
Aquí les voy a contar uno de los secretos mejor guardados de los “latinos”
Hasta ahora, casi nadie en un blog de inmigrantes hispanohablantes (sobre todo en Canadá) se ha atrevido a ser tan abierto como yo lo estoy siendo en este momento acerca de la depresión. Si quieres busca y comprueba.
Y precisamente en mi proceso para comprobar lo que acabo de decir, y verificando fuentes para soportar esta nota en español, me encontré con algo sorprendente, que comprueba totalmente lo que yo me venía sospechando.
Es la siguiente frase (tomada de la pág. 6 de este documento):
«Nadie tiene depresión en la comunidad latina. En la comunidad latina tenemos una cultura de silencio en ciertos aspectos de nuestra vida. Especialmente como inmigrantes trabajamos duro. Eso es lo que se espera. Y decir que uno tiene depresión es como dejar que la vida te gane».
— Rodolfo Palma-Lulión (Estados Unidos), estudiante universitario.
Cada quien puede ver esa frase como quiera, pero yo la veo como que culturalmente los hispanohablantes (o los latinoamericanos), tanto hombres como mujeres, tenemos vergüenza de decir que estamos deprimidos, y también miedo de que al hacerlo quedemos vulnerables ante otras personas.
Es que se supone que nuestra cultura es de gente animada, se supone que debemos estar bien a toda hora y aparentarlo, se supone que tenemos que ser los más fuertes, los más expresivos, los más extrovertidos, los más atractivos, los más trabajadores…
Y esa forma de pensar es la que nos hace (culturalmente) de alguna forma soberbios, autosuficientes y no nos permite admitir que tenemos un problema. Un problema que es necesario compartirlo con gente seria y de confianza para que nos apoye en este camino de mejora, que incluye en muchos casos el proceso de encontrar una ayuda profesional apropiada.
Buscar a un profesional que te ayude a mejorar tu salud mental es algo que, en este tipo de casos, y en estos países de cultura tan solitaria se hace necesario.
En Canadá
La depresión en los canadienses es uno de los problemas más comunes, sobre todo a partir de otoño.
Sí, el trastorno afectivo estacional es duro para todos, no importa si uno es “nacional” o “importado”. Los días cada vez más cortos a partir de octubre, en donde a las 4 PM ya está casi de noche, y a las 8 de la mañana apenas está amaneciendo nos golpean.
Lo anterior es temporal, casi que fisiológico y es uno de los temas infaltables en la TV, periódicos, webs y revistas.
Pero yo sentía que lo mío era crónico.
Cuando para una persona la depresión se da incluso en el verano (o en el trópico) con los días más hermosos, eso ya no es estacional, eso es otra cosa.
Luego de ver mi caso, de hablar con otros amigos de mi edad –cercana a los 40- (en Canadá y en Colombia), y luego de las infaltables búsquedas en Google, me he dado cuenta que (¡oh, sorpresa!) la depresión en los hombres es un tema muy común, y lo es al parecer (no soy experto) mucho más que la depresión en las mujeres.
Y luego de leer muchos artículos sobre el tema, así como tomando datos de mi propia experiencia, listo algunas cosas externas que disparan estas depresiones:
- La crisis por la edad (dicen que de los 30 en las mujeres, de los 40 en los hombres)
- La soledad (soltero, separado o incluso la soledad de una familia dentro de una sociedad)
- Estar lejos de la familia o de la cultura de su país de origen
- No tener pareja
- No tener hijos a la edad en la que uno está
- El post-parto en algunas mujeres
- No tener dinero
- Estar con muchas deudas
- No haberse podido realizar profesionalmente a pesar de llevar viviendo tanto tiempo en este país
- Que uno o una persona cercana sufra una enfermedad
- El estrés en el trabajo
- Sentirse aparte y no integrado a las personas de la sociedad que nos acogió
- Sufrir algún tipo de discriminación o violencia
- Ver que el mundo no es justo, no importa en donde estemos
(Acerca del tema, te podría interesar el artículo: Unas historias muy comunes)
En fin, la lista imagino que sería infinita si uno va a buscar motivos para entristecerse.
El punto de inflexión de la historia: Lo que me ayudó, y puede que a ti también
La salida de la crisis vino de alguien y algo diferente a lo que me esperaba.
Yo imaginaba que la ayuda milagrosa para salir de la crisis iba a ser que un día amaneciera contento y positivo y ya, asunto arreglado. Y mágicamente a partir de ese día yo comenzaría a ver la vida bien. Pero esas maravillas la gran mayoría de veces no pasan. Por lo menos no a mí en esa época.
La luz de salida vino de la mano de uno de mis mejores amigos en Colombia, que justamente está pasando por la misma etapa que yo. Con él nos hemos compartido muchas vivencias y hemos sido a veces como el paño de lágrimas el uno del otro. Yo le acepté una llamada por internet pensando en que yo iba a ser el que le iba a ayudar (con mucho gusto), pero resulté siendo yo el ayudado.
Esta vez mi amigo me contó de una forma distinta de ver la vida a partir de dos principios:
- “No dejar para mañana lo que puedas hacer hoy”, y
- “Ayudar y Compartir: la abundancia llama a la Abundancia”
Yo de entrada pensé: “pero qué tonto eso, pues claro, todo el mundo lo sabe”.
Pero luego de un proceso de sensibilización y de análisis lo entendí. Él tenía razón y su estrategia era buena. No nos podemos quedar quejándonos por lo que ya pasó, o lo que nos está pasando, ni nos podemos quedar encerrados apretando la mandíbula sin compartir lo que puede ayudar a otros.
(Acerca del tema, te podría interesar el artículo: Dar y Ayudar)
Es mejor trazar una raya ya mismo y decirnos “yo comienzo desde aquí de nuevo”. Y así comencé.
Tracé la línea de arranque, ahora tocaba moverme
Todavía con esa sensación tan mala de estar deprimido, comencé a informarme cómo salir de ese agujero y de las amarguras y rabias que uno empieza a acumular contra uno mismo y contra otras personas.
En el proceso comencé a descubrir los miedos que uno secretamente le ha tenido a miles de cosas, situaciones y personas, miedos que no tienen ningún fundamento aparte del temor a hacernos cambiar de lugar.
Es que descubrí que uno en la vida se vuelve muy sedentario (aunque sea un deportista de alto rendimiento). Lo que quiero decir con esto es que uno encuentra como su lugarcito (aunque sea malito) y ahí se queda y no se atreve a moverse “porque está bien”.
La mayoría de nosotros no nos atrevemos a salirnos de nuestra zona de confort, y eso hace que nuestra vida se torne muy monótona, ocasionándonos (como lo hizo conmigo) estos momentos de bajón de ánimo.
Las estrellas del cielo y las estrellas del deporte tienen algo en común para inspirar nuestro éxito
Si lo notas, cuando uno está deprimido baja la cabeza. Y no solamente baja la cabeza físicamente, sino también moralmente.
¿Y sabés qué? Es cuando uno levanta la mirada que puede ver las estrellas, y es cuando uno mira más allá que puede planear las jugadas cuando uno juega en un deporte en el campo.
Y al mirar las estrellas, uno comienza a sentir algo, como un amor, como una alegría, la misma que se siente cuando uno ha hecho una anotación en el deporte que está jugando. ¡Levantar la cabeza dio resultado!
Un consejo básico e indispensable para no recaer en una depresión: tener un plan de juego
Al levantar la mirada (física y mentalmente) pude tener ánimos, y con ellos comprometerme de forma sincera con un mejor futuro para mí.
Luego tuve que crearme un plan de juego, algo así como una visión y unos objetivos claros (con etapas) de lo que tengo que hacer para tener lo que deseo (podría ser: ánimo constante de vivir, salud, amor, amistad, dinero, etc.).
Luego de eso sólo queda tener disciplina en la vida, no perder el amor inspirador ni el ánimo, y con esa buena combinación tendré éxito en lo que me propuse.
Y como en todo buen juego, hay que moverse
Sigo hablando en los dos contextos: físico y mental.
- Hay que moverse y hacer deporte para despejar la mente y mejorar la circulación de la sangre oxigenada con buenas ideas.
- Hay que dejarle de echar tanta cabeza a las cosas y llevarlas a la acción.
Asimismo, no caer en el conformismo, no dar nada nunca por sentado, siempre buscar nuevos retos, no quedarse siempre dentro de nuestra zona de confort (¡viendo Netflix/Facebook, engordando y escondiéndonos de la vida real!)
La autoayuda
La autoayuda sirve, y ella consiste, entre otras, en tener un plan de juego para la vida y ser disciplinado para seguirlo (con horarios y todo).
Esta autoayuda incluye:
- comer sanamente,
- realizar actividad física varias veces por semana,
- crearse nuevos retos personales,
- no dejar las cosas para después,
- y también algo bien importante para cortar con el aislamiento, que es volver a contactar a los amigos y conocidos.
Y veremos que compartiendo con las personas que hace rato no vemos nos ayudará más.
Como nos ayudará aún más saliendo de nuestra zona de confort a hacer más relaciones, a hacer redes de contactos (réseautage o networking), o participar en actividades que frecuenten personas de intereses similares a los nuestros.
Para ser una guía de arranque en esta nueva etapa, escribí la nota: «Cómo hacer amigos en Canadá«.
Y yo sé que no he sido el único que ha pasado por esta situación en este país.
Según el Canadian Medical Association Journal (2013), entre el 5 % y el 8,2 % de la población experimentaría una depresión fuerte cada año, y según Mood Disorders Society of Canada (2013) solo una tercera parte de ellos buscan ayuda profesional.
Y es bien importante buscar ayuda, porque entre el 50 % y el 80 % de los adultos que se suicidan lo hacen debido a una fuerte depresión, según lo dice el folleto Depression and Suicide Prevention – Resource Toolkit (Centre for Suicide Prevention, 2015).
Hay algo interesante que vi en ese librillo, y es la referencia al libro ilustrado “I Had a Black Dog”, del autor Matthew Johnstone, y que es divulgado por la Organización Mundial de la Salud.
(Como nota cultural: “Black Dog”, o “perro negro” es el nombre que le dio el antiguo Primer Ministro británico Winston Churchill a la depresión que sufría. Este apodo, como vemos, se hizo popular).
Hay una frase de ese libro que me llamó la atención, y con la que voy a cerrar esta entrada. Espero que la reflexionemos para con ella tomar acciones positivas en nuestras vidas:
“Es posible que el perro negro (la depresión) siempre sea parte de tu vida, pero con paciencia, humor, conocimiento y disciplina, incluso el peor perro negro se puede domesticar”
— Matthew Johnstone
Referencias de las citas del artículo y fuentes e información sobre cómo superar estas etapas:
http://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/depression-listing.shtml
https://www.suicideinfo.ca/resources/
https://depressionhurts.ca/fr/
http://www.mooddisorderscanada.ca/documents/Consumer%20and%20Family%20Support/Depression.pdf
Siempre termino las notas invitando a compartir y comentar en el espacio de aquí abajo. Debido a lo duro del tema, hoy no te invito, pero hazlo si sientes que deseas hacerlo.
Simplemente desearía que este texto, las ideas de mejora que contiene, así como los enlaces le ayude a más personas a vivir más felices.
Si sientes que debes compartir el enlace de esta nota a las personas que les podría interesar, te lo agradecería si lo haces.
Muchas gracias por leerme y nos vemos en la próxima entrada.
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