Cuando comienzas un empleo de responsabilidad, desempeñándote en el área que estudiaste en tu país de origen, te podrás sentir muy feliz, y a la vez con mucho temor de enfrentar el mundo y «otra cultura».
A continuación enumeraré 10 puntos a tener en cuenta para tener éxito y luego les contaré mi historia personal para que tengan una pequeña referencia.
LOS 10 CONSEJOS:
1. Estar seguro con tu idioma
2. Tener seguridad personal (el buen idioma ayuda mucho)
3. Tener buenas relaciones con tus compañeros de trabajo
4. Mantenerse actualizado técnicamente
5. Estar abierto a nuevas ideas, así como a críticas y a cambios
6. Estar pendiente para identificar el acoso sicológico laboral (siempre te caen cuando estás más débil) y saberlo esquivar de una forma inteligente
7. Integrarse con todo el mundo, almorzar con el grupo y conversar con ellos
8. Ser colaborador
9. Revisar muy bien el proyecto/trabajo antes de entregarlo
10. Seguir siendo humilde, mostrar apertura con todos y acoger al que lo necesite: ¡algún día te acogieron a ti también!
EL RELATO:
Todo esto me pasó en la ciudad de Quebec, en los primeros meses de mi primer empleo dentro de mi área profesional, el empleo que esperaba obtener con anhelo desde antes de inmigrar. A éste puesto lo llamaré con cariño “mi primer trabajo real”, pues antes de tenerlo tuve otros dos en otras áreas algo diferentes.
En este país, cuando uno comienza a trabajar en su área profesional, se da cuenta de muchas cosas que resultan ser muy similares a las que uno está acostumbrado a manejar o vivir en su país de origen. Obviamente hay normas y métodos locales, lo que hace sentir las cosas diferentes y es parte de lo que aporta la emoción para aprender, y a veces el temor de fallar.
Trabajar aquí es una interesante experiencia que enriquece mucho, tanto en el aspecto personal como profesional, y en donde (igual que en todas partes del mundo) te encontrarás con gente muy buena y con otra que no lo es tanto.
Les invito a seguirme en esta aventura que relato:
Lo emocionante
Es realmente satisfactorio saber que ya lograste (por primera vez en tu vida de inmigrante) lograr obtener tu primer empleo como profesional, trabajando “en lo tuyo”, mostrando lo que sabes y haciendo valer con justificaciones técnicas tus puntos de vista.
Es igualmente emocionante tener la oportunidad de aprender de otras personas nuevas cosas con un punto de vista diferente, con otra forma de ser rigurosos técnicamente, con otros estándares para algunas áreas. También da susto saber que el esfuerzo es doble pues debes responder a todo de una forma responsable y realizar informes en un idioma que a pesar que lo manejas bien, no es con el que te criaste.
Si voy a decir algo de esto, es que estoy muy agradecido con mis jefes y compañeros más cercanos de haberme acogido tan bien y haberme tenido tanta paciencia en mi proceso de adaptación.
A continuación les contaré de otros aspectos que sé que querrán conocer.
El idioma: los acentos y modismos regionales
El verdadero obstáculo inicial para mí fue la diferencia del idioma que escuchaba con relación al que había aprendido. Es algo que también he visto que le sucede a mucha gente: aprendimos francés con un acento y unas expresiones francesas estándar, y esto aquí en el Quebec es fonéticamente otra cosa.
Cada persona tiene su acento y su forma de hablar, y además cada región tiene sus expresiones particulares, cosa que dificulta un poco el entendimiento, sobre todo cuando te están hablando de forma coloquial (informal), que es lo normal.
Pues sí, al comienzo me estaba preocupando porque no entendía los chistes que me hacían, ni entendía ciertas explicaciones indispensables para mí trabajo. Me perdía en su infinidad de expresiones, pero luego con el tiempo y aprendiendo a los golpes, como un niño pequeño que gatea, las fui entendiendo y no tardé mucho en mejorar bastante mi nivel de idioma luego de haber comenzado a trabajar. Puedo decir que a los tres meses de haber comenzado ya estaba con muchísima más seguridad personal porque ya le entendía a la gente gran parte de lo que me estaban diciendo y lo que decían entre ellos mismos. Cada más tiempo que pasaba en ese ambiente yo iba mejorando.
El aspecto del idioma en un ambiente de estrés laboral, sumado al hecho de ser el único inmigrante en el área dentro de un grupo de quebequenses «pure laine» (de pura lana, o puros) fue una experiencia interesante, un poco dura los primeros meses, tanto en el aspecto idiomático como cultural.
Los estereotipos y los perjuicios
Aparte de sufrir por no entenderlo todo (¡es normal para un inmigrante!), tuve que pasar por otras cosas como los prejuicios que nos tienen a los colombianos por la repugnante historia de Pablo Escobar, y las infaltables preguntas y chistes flojos acerca de la droga. (Y lo más triste es ver que en mi país de origen siguen sacándole jugo a esas historias de narcotráfico y prostitución en dramatizados para exportar. ¡Qué mala imagen nos / se hacen, a todos los colombianos!)
Otro detalle de ignorancia de algunos locales, (incluyendo hasta profesores de la francisación para los trabajadores calificados profesionales en las universidades) es que creen que nosotros venimos de lugares demasiado subdesarrollados que no tienen un suficiente nivel de educación, de recursos o de cultura, en donde no hay computadores y en donde las gallinas andan como Pedro por su casa en el centro de nuestras ciudades capitales. Hay varias historias que he escuchado al respecto que dan risa y pesar de esa ignorancia. Les dejo la tarea a las personas que ya conocen algunas de estas historias para que nos las cuenten en los comentarios de esta entrada 😉
Según hemos notado, aparentemente muchísimos quebequenses tienen una muy pobre educación escolar en los temas de geografía mundial, historia universal y cultura general.
A continuación les voy a relatar la última historia de esta entrada.
El acoso sicológico en el trabajo
Es cierto que en mi nuevo empleo yo estaba realizando funciones que yo nunca hice en Colombia, y que por eso muchas cosas eran nuevas para mí para aprender y equivocarme. Mi jefe directo lo sabía, y así me contrató.
Una de las cosas que me tocaba hacer era hablar con un señor que tenía muchísimos años de experiencia, para que él le revisara los diseños al ingeniero con el que yo trabajaba.
El señor era muy serio y orgulloso, y luego de un tiempo de trabajar con él noté que tenía una rivalidad con mi área de la empresa y mis colegas. Era incómodo ir adonde él a pedirle «el favor» de verificar nuestro trabajo.
A pesar de la incomodidad de ir, mientras pude aproveché y aprendí de ese señor y de sus asistentes muchísimas cosas útiles sobre la forma de trabajar y en los aspectos técnicos del oficio.
Cuando por razones de trabajo tuve que discutir la forma de hacer ciertas cosas con ellos, y sostener mi punto de vista técnico, en repetidas ocasiones me insinuaron que los estándares de Colombia y la forma de hacer las cosas allá no era la adecuada, y que yo no tenía derecho a discutirles porque venía de un país con menos tecnología. ¿Se acuerdan de los perjuicios que les mencioné unos párrafos más arriba?
La verdad sea dicha en mi caso, yo trabajé varios años en una empresa multinacional en Colombia con tecnologías mundiales de punta y estándares muy avanzados, siempre respetando las más recientes normas internacionales. Nuestro negocio de exportación lo exigía.
Estos señores, tal vez por celos profesionales (¿o por un poquito de discriminación?), fueron muy insistentes en sus métodos y luego en restregarme mis errores, por mínimos que fueran. Llegaron a un punto que casi me hacen renunciar porque (combinado con mi estrés de aprender y tanto equivocarme a la vez), casi me hicieron llegar a sentir que yo en realidad era bruto.
Yo por novato y por lo confundido que estaba sobre la cultura laboral quebequense, en ese entonces no los denuncié por acoso laboral.
Afortunadamente también hay gente justa y buenos compañeros. Otros compañeros de trabajo, sin yo decirles nada, se dieron cuenta que lo que estaba sucediendo no era normal (no lo es con un inmigrante ni con un local) y fueron donde mi jefe, y a recursos humanos, y denunciaron a estos dos señores por acoso laboral hacia mí.
Luego me di cuenta que yo no había sido el único en la empresa que había sufrido de esa presión sicológica o que había discutido con estos señores. Un mes después de los hechos la empresa decidió prescindir de los servicios del más ácido de los dos.
Para finalizar
Para contarles el “desenlace” de la historia, les cuento que los hechos de este relato sucedieron hace más de dos años. Actualmente sigo trabajando con varios de mis compañeros de equipo, incluido mi jefe y el ambiente laboral es excelente.
¡Gracias por leerme en esta pequeña aventura!
Si quieres leer la entrada relacionada, una parte del proceso anterior a este relato, te invito a leer «Empezando a buscar trabajo… ¿en el área que yo estudié en mi país?«.
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